Es de noche...
y encendemos en nuestros ojos
las estrellas que nos regalamos
a solas…
a la orilla de la almohada
dejamos nuestra prorroga urgente
de cobijarnos con esta cruda desnudez,
naufragamos,
nos preservamos de fuego,
nos incendiamos sin fin,
abiertos del cuerpo,
cancelados de frio…
Ya en la quietud de tu vientre
y lo diminuto de tu voz
veo tu pelo como una tea ardiente,
y tomo tu mano firmemente
pidiéndote que me nombres
para saber si estoy vivo,
y entonces me niegas,
acorralas, me estirpas,
me exilias de tus órganos….
Dulcemente caemos indiferentes
en ciclos interminables de amorfas
figuras incoloras,
silencios anunciados de cóleras
tristes,
epidemias de olvido,
brasas apagadas,
niebla quebradiza,
reloj sin tiempo….
Viene la densa calma
descubriendo mi deseo escondido,
y mis manos se intentan disolver
entre tu piel….
ahora el amanecer suavemente
me deja sentir tus latidos,
invade un resquicio de la ventana
un rayo naranja……
ahora tu cuerpo es destilada ceniza,
umbral de mis dedos en tu espalda,
rasgado silencio…
que emancipa, diluye
y devora tu cuerpo.
A la luz del día somos desconocidos.
vagabundos íntimos,
separados uno del otro,
urgiendo nuestro silencio…
murmullo de campanas,
voz de aves y de alas,
fruto escondido entre el paraíso
y flor de durazno entre las ramas…
nos desconocemos en plenitud
nos agazapamos hasta la noche
y nos condenamos
los labios de obscuridad
donde esconderemos una vez más
nuestras cenizas calcinadas.
Somos cenizas al amanecer,
a la luz del día somos universos
paralelos,
de noche ardemos en fuego….
como mariposa volando siempre
sobre el tiempo.