En un día sin sol,
Sin hojas, en los árboles.
Con un frio, que calaba hasta los huesos,
llorando mi invierno,
y sufriendo mi soledad,
aferrada al otoño de mi vida.
-Cuándo me llaman del hospital-
¡Ya nació la niña!
De inmediato hacia allá me dirigí,
se me hizo eterno el camino,
llevaba la maleta con toda su ropita,
Pero también, en ella iba mi corazón y mi vida.
Eras mi primera nieta…
la emoción, no la podía despistar.
Mi hija, que iba a mi lado,
Sólo me decía, calma, calma, ya mero llegamos.
Cuándo te tuve en mis brazos,
De eso hace ya (12) doce años,
no atiene a decir palabras
Sólo brotaron lágrimas de mis ojos y de mi alma.
Eras tan chiquitita, rubia y hermosa,
que sólo pude decir, solecito, solecito
hoy alumbras mi corazón,
éres el tesoro de mi vida,
éres regalo de Dios,
la esperanza de mi vida,
el amor, que a mi vida le faltaba,
para disfrutar los últimos días de mi vida,
y vivirlos con alegría,
por la razón más hermosa,
has venido a alumbrar mi vida.
Como calor de sol, que a mi vida le faltaba.
Razón, de mi razón eres hoy.
Pedacito de mi vida.
En mis brazos te arrullaré,
Y en mi pecho te dormiré,
todos los días de mi vida…
(Quien me iba a decir ahora, que estás
feliz festejando tus doce años de vida,
Y sigas siendo mi solecito
que llena de calor mi vida.
¡Dios te bendiga Ylse Deyanira! )
Alicia Pérez Hernández
-No es la pluma la que escribe es el alma-