Hacia alta mar
Me tiro al mar,
me tiro al corazón de las mareas,
en este marzo sin amor, en esta tarde
en que la raza cree ver que ya no hay nada.
Me alío a ti, me digo vengan,
llamando en mi candor a todos los mortales,
al hombre, a la mujer, al buen manzano
y al pez y el volador pato silvestre.
Les pido poder más, no sólo amarse,
creer en otra fe que la que impera,
que es nuestro el porvenir, que la atadura
del rico y del dolor no tienen fuero.
Y entonces proceder a poner mesas,
a invitar a la fiesta a todas las abejas,
a las nubes y al sol, a las ciudades
que con su gran trajín se ven atravesadas de hambre y de odio.
No sabes qué vendrá, ninguno sabe,
pero no ha de venir la indiferencia,
la sombra como ayer a morder sueños,
y el sueño a corromper lo que levantas en tu mano.
El viejo y padre mar dice que puedes,
que ayer el ya te vio, sabe tu nombre
y espera con su ardor alzarte en olas de confianza.
En marzo se abre el sol, comienza el mundo
y el tiempo de esperar toma su turno,
vayamos, batallemos, demos curso
al cielo sin lugar del que vinimos
y hacia el cual sencillamente ya volvemos.
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14 03 14