Raúl Daniel

Quince años apenas...

Quince años apenas...

 

Qué suerte tuvimos tú y yo en encontrarnos,

(aunque nos andábamos buscando),

a mí me abandonaron

mis hijos, mi mujer… todos,

pero de igual modo no me morí por eso,

había encontrado algo de mayor precio,

había hallado a Dios en mi camino;

y con Él a sus hijas y sus hijos…

 

Es probable que tú no lo comprendas todavía,

porque en tus escasos años

y, en la vorágine que es tu vida,

muchas cosas debes aprender;

pero crees todo lo que te digo

y has seguido muchos de mis consejos…

 

Tú tenías un lío tremendo y no entendías nada,

los mismos que te exigían honorabilidad y moral,

mentían, y descaradamente adulteraban,

además de escapar a más de una responsabilidad…

no sabías que hacer y te refugiabas

equivocadamente en donde

el desconcierto es aún más.

 

Te comenzaste a enfermar,

tenías dolores intensos, fuertes,

sin que los médicos pudieran explicar,

muchos estudios te hicieron,

pero nadie ni nada descubría la verdad…

 

Yo soy consejero cristiano,

(que es un sicólogo sin derecho a cobrar);

nadie me creyó, excepto tú, pero alcanzó,

y te dejaste aconsejar…

 

Tu caso es repetido,

se da permanentemente

en nuestra sociedad

materialista e hipócrita,

que no se cansa de hablar de cristiandad,

de verdad y de justicia,

olvidándose de dar y amar,

inmersa en los vicios y avaricia…

 

Quince años apenas y ya querías escapar

de una vida que se te hacía

que no valía la pena,

te querías suicidar…

sólo que Dios todo me cuenta,

y yo me comencé a desesperar…

nadie me creyó, excepto tú, pero alcanzó,

y te dejaste aconsejar…

 

Primeramente pensé que tal vez fueras

víctima de alguna violación,

hecho que escondieras

por esconder la identidad del autor…

¡gracias a Dios que eso no era!

Sino que sabías de tus padres sus problemas

y las formas de escapismo que tenían…

¡nada buenas!,

te atormentaban los secretos que sabías,

tú, casi una niña… yendo a la escuela…

 

Generaste una forma de venganza,

una forma de advertencia,

te volviste distraída y a todo hacías problema;

pero los ignorantes no ven las señales,

no saben leer en los suspiros,

en los desdenes, en los caprichos…

y tienen su frase preferida: -“Pero…

¡qué es lo que le pasa a esta chica!”

Y no lo saben…

o hacen como si no lo supieran.

 

Qué suerte tuvimos en encontrarnos,

tú: necesitada… yo: necesitado.

yo enderecé tus pasos… ¡tú alegraste mi vida!

yo te quité de los lazos del Diablo,

tú me quitaste la tristeza y la apatía…

yo te ayudé a entender a tu familia,

y ¡tú fuiste una más en la familia mía!

 

Hoy ya caminas con pasos más firmes,

de adolescente te vas haciendo mujer,

hoy sabes que Dios cuidó de ti

y jamás dejará de hacerlo…

que, aunque hay muchos que son malos…

otros… Sí, aún hay otros

¡en los que se puede creer!