Cada noche celebro mi fiesta. Veladas soñadas en las que venzo a la hoja en blanco. Surgen versos y nace prosa, puro pensamiento mágico. Sin embargo esta noche vislumbro el suave fulgor del alba y la pluma sigue intacta. Resignada huyo a mi cama. Hoy no pude. Y no pude porque deseaba ser yo misma la protagonista. No había nada que contar. El papel con letras vacías no quiso plasmar los dolores que me empujaron a una vida al revés. Duermo de día. Porque el sol me puede. Me duele porque la luz descubre ausencias, evidencia las faltas, acentúa silencios. Y yo soy un soliloquio sin eco.