Sara (Bar literario)

Del café de la tarde

No quiero escribir sobre el amor.

Siempre. Sobre todo cuando es certeza,

De estar con la cabeza perdida en manos quietas

que se esconden, dentro del pantalón

cuando me recuerdan.

 

No quiero.

Pisar hormigas y dejarlas,

dentro del corazón del mundo.

-naturaleza muerta-

A un lado el cuadro,

de una madre que tiene trenza

y lava a su hijo, que se ahoga en diarrea.

 

Pobres perros. Los han visto mendigar

comida dentro del portafolios

de un amo que espera. Partir el lomo primero

y dejar la caricia, cuando se ha perdido

la última moneda.

 

Ves allá. Sí hijo, sí.

Mirá allá al pobre vestir de hojarasca.

No, madre. Dice mi hijo.

Hoy me compraste un suéter chino.

 

Ay, pero si es de conciencia (abstinencia)

popular que dicho de reojo

estamos jodidos,

y de reflexión circunspecta,

estamos jodidos

pretexto de vagos para reunirnos

y

sorber el café en un lugar de bohemia.

 

 

No quiero escribir de amor.

Pero qué bien le haría al mundo,

vivirlo.

 

Y sí, ya sé, que he gastado la verborragia

para llegar al mismo sitio del que tantas veces

nos vamos

siendo apenas, expectadores de turno.

 

Al igual que hacemos con todas las desgracias

en las que sucedemos

como escaparates de maniquíes

( sí, ni pa\' muñecos servimos),

en este jodido mundo.

  

Otro café, por favor.