Alfonso J. Rodríguez M.

LA HOJA SECA

 

 


Silente en su caída la hoja seca

disfruta del vaivén y la distancia,

la brisa juguetona la levanta

y hasta ese gran vacío la respeta.

 

Quiere bajar tranquila hasta su meta

no corre ya la sabia en sus entrañas,

sin embargo la suerte le acompaña

pues sabe que dejó una rama infesta.

 

En breve cesarán sus movimientos

de modo que no hay otra alternativa

mientras sople la brisa sigue activa

y puede continuar en su descenso.

 

Cuanto podrá durar esta alegría?

pregunta resignada la hoja seca

y se escucha una voz que le contesta

lo que dura un adiós en despedida.

 

De pronto se detiene hasta la brisa

y nace una lección de aquel encanto

“Que la hoja al desprenderse cae aprisa

y es libre cuando viaja hacia el descanso”