Silente en su caída la hoja seca
disfruta del vaivén y la distancia,
la brisa juguetona la levanta
y hasta ese gran vacío la respeta.
Quiere bajar tranquila hasta su meta
no corre ya la sabia en sus entrañas,
sin embargo la suerte le acompaña
pues sabe que dejó una rama infesta.
En breve cesarán sus movimientos
de modo que no hay otra alternativa
mientras sople la brisa sigue activa
y puede continuar en su descenso.
Cuanto podrá durar esta alegría?
pregunta resignada la hoja seca
y se escucha una voz que le contesta
lo que dura un adiós en despedida.
De pronto se detiene hasta la brisa
y nace una lección de aquel encanto
“Que la hoja al desprenderse cae aprisa
y es libre cuando viaja hacia el descanso”