Su andar cadencioso,
suave y cadencioso;
su mirada altiva,
serena y altiva.
Labios color púrpura
cual fruto prohibido,
ojos color verde,
de un verde subido.
Un cromo era ella,
ella era muy bella;
era una escultura
de buena estatura.
Un vestido blanco
y un rebozo negro,
y era también negro
su bello cabello.
Bajo su vestido color de pureza
algo resaltaba más que su belleza;
una breve, una diminuta prenda oscura
que logró despertar en mí la lujuria.
Ella veinticinco, yo apenas diez años,
pero se los juro que no he olvidado
a la que un día fuera mi amor temprano,
mi amor de estudiante, mi amor de verano.
17/03/2014