¡Levántate, alza tu memoria cana,
levántala valiente, fuerte y sana!,
y torea a tu avinagrada sombra.
No enerves tu sangre: llora, retoma.
No eres toro no, eres un gran carnero,
tu sangre es la que llora como Duero
y se ahogan en el ruedo tus ojos,
tus tristes ojos valientes del Duero
Zumo de agua de afluentes sementeros,
eres vega de pendientes y campos,
besar su barbilla de lado a lado
y cubrir de gozo al triste carnero.
Un aliento de serena mirada
mueve sus aspas, late el corazón...
ya no es carnero, ¡es el toro del Duero!,
cuando levanta sus ojos y el cuerpo.
Vegas de escuelas, senderos del pueblo
que andáis descalzos entre las montañas,
cuidar al animal bravo y menudo
porque es como un niño grande y desnudo.