Mire la hora y yo sin sueño,
escribièndole de amores mi niña,
¡ay! cuando el corazón se encariña,
el mundo se hace pequeño.
Aunque me veas risueño
te confieso, conmigo tengo unas riñas,
cuando pasas como brisa en campiña,
yo me digo ¿tendrà dueño?.
Y no piense que esto es miedo discreto,
no, más bien es por respeto,
más me inclina a que está sola una pista.
Mire sí soy optimista,
que hasta una carta hoy le escribo,
¡Ay! el amor, nos hace sentir vivos.