Ayer en el paseo que hago cada mañana
antes que la solana comience a calentar,
en ese caminar tan dulce y placentero,
siempre el mismo sendero, nada dejo al azar,
una alimaña extraña sin mirarme a la cara
-si era figura humana, no pude precisar-
se me acercó certero, se me cruzó al pasar
con impulso, con saña y con semblante fiero
se me enfrentó primero y me empezó a insultar.
Solo un impulso fue, no más duro un segundo,
sin pudor, iracundo, el me imprecó que yo era
una mierda, un garrulo y fue de esta manera
que de mi vera huyó furioso el furibundo.
No descubrí su cara e ignoro su sonrisa,
fue todo tan deprisa que no llegué a atisbar
qué razones tenía para actuar de esa guisa,
cómo y por qué motivo, qué le indujo a faltar.
Me dije, este es un tuit de alguno que me odia,
que tengo en la memoria y no acierto a recordar
alguien que espera al azar su minuto de gloria
sus más de cien caracteres que no llegó acabar.