La vida no deja de sorprenderme
cuando uno está a punto
de bajar los brazos
ella, caprichosa,
se empeña en evitarlo.
Seductora y coqueta,
ofreciéndose cual mujer
que deja caer su vestido,
y uno no puede negarse
a beber ese nuevo trago
y descubrir el sabor
que habrá elegido esta vez,
qué efectos surtirá
en nuestro interior profundo
y si esta será, finalmente
la pócima que se presumía extinguida
para por fin, volver a morir de amor.