Solo ella decidió de rodillas
recoger los vidrios molidos
armar de nuevo el plato de cristal
pegarlo con confianza y sumisión
tratando de sacarles sus pelos
sus faltas
sus dudas
sus penas
los moretones
las mentiras
los engaños
sentarse a la mesa
comer de nuevo con él
sin temer que un pedazo de vidrio
le dañe nuevamente por dentro
y su herida me desangre a mí.