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EL FANTASMA DE LA CALLE MAGDALENA

 

Que se percibe en la sombra y no sólo al caminar,

donde tus pies se unen a los pasos del recuerdo que te circunda,

ahí vagaba solo mi ansiedad y mi memoria.

La banca y el pequeño lugar ideal para esperar

la terca conmoción del tiempo.

No fumé esa noche y el humo dividía mi silencio.

Una sensación prohibida aletargada bajo tantos temores y cuidados,

una lectura sin reacción,

un saludo postrimero. Eras esa que se divisaba avanzar hasta mi estrado.

Luego una nube nos cubrió, pero fue sólo vacío

donde me eternicé un segundo

antes de sentir la mano que rozaba mi hombro.

Volví la vista como llamado del más allá vanamente

para encontrar los restos de un tétrico fantasma

que me guiaba hasta el fin en los andenes de la muerte.

 

18-01-14

Masaya.

Marcos  Hernández