Tardaste mucho tiempo
esta noche en llegar
a nuestra cita.
Puedes ponerte cómoda.
¿No quieres?
¡qué extraña te noto!
Vienes para amarnos,
y no deseas quedar desnuda.
Tomemos entonces una copa.
¿qué deseas tomar?...
¿Nada? También estás abstemia,
aparte de misteriosa.
Tan enigmática,
que ni siquiera
abres la boca
para decirme dónde estuviste,
y por qué motivo llegas tan tarde.
¿Has tenido una cita amorosa?
¡No te tomo por nada!
¡Estoy diciéndote lo que pienso!...
Hazme creer que el mío
es un loco pensamiento.
¡Al menos, que estoy equivocado!
Pero no, no mientas,
dime la verdad.
No me engañes.
No toleraría una mentira,
y menos un engaño.
Estoy esperando...
¿te has vuelto muda?
¡Mentira, he llamado
a tu casa hace dos horas,
me atendió tu hermana,
y me dijo que venías hacia aquí!
¿Y has tardado dos horas
en llegar estando a tres cuadras?
¡No me engañes!
¡Saca tu mano de mi hombro!
No quieras convencerme
de algo que no has hecho.
¡Dime la verdad!
¿Que estoy celoso?
No es eso lo que me pasa.
Estoy reconociendo que me engañas.
¡Pues si no es así,
confiesa la verdad,
y terminemos de una buena vez
con esta situación
que no puedo soportar
un minuto más!
¡No soy un precipitado,
soy realista, nada más!
¡Estoy esperando tu respuesta!
No te pongas a llorar
porque no sabes qué decir.
Con tus lágrimas
me estás dando una respuesta.
Toma tu cartera.
Ahí tienes la puerta...
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 19/03/2014)