La primavera se iba
y en las puertas, el verano,
con su ímpetu mostrando
su poder y su calor.
Aquel tren en la estación,
pasajeros esperaba.
Tanta gente allí estaba
despidiendo a los viajeros.
Todos bajo del alero
tanto calor esquivaba.
Con el murmullo de todos
y el pitido de ese tren,
no era sencillo entender
lo que entre ellos decían.
Si hasta gritando pedían
que lo dijera otra vez.
O los que para vender
lo que ellos producían,
dando gritos ofrecían
manjares para el placer.
Los sonidos del silbato
de los guardas se mezclaban
con las fuertes campanas
por la partida del tren.
Confusión en el andén
porque el convoy ya partía.
Tras del tren muchos corrían
saludando a los parientes
que se alejaban sonrientes,
con lágrimas contenidas.
El caos que ya terminaba,
melancólicos partían
los que en el andén había
y el lugar se despejaba.
Solamente dos quedaban
a los que pocos veían.
El empleado sonreía
mientras que a ambos observaba,
pues un romance asomaba
con un beso en la mejilla.
Tan temprano que surgía,
en medio de la niñez
Era su nombre María,
Él se llamaba Miguel.
Ella once años tenía
… yo tenía solo diez.
© ESCRITOR INGEL LAZARET