la negra rodriguez

EL MAGO


Te conocí una mañana de  abril

cuando las hojas del último árbol

caían y se las llevaba el viento.

Vislumbraste  mi alma,  entonces vencida

por las adversidades de la vida.

 Entraste en ella y encontraste,  a esa niña asustada,

 temblorosa de frío,

sin norte, sin esperanzas.

Conversaste con ella

 bajo el alero del rayo más claro del sol de domingo

 y cual mago sacaste palomas del sombrero

 y   ella siguió su vuelo.

Sacaste pañuelos 

 e hiciste con ellos un arcoíris para trepar al cielo.

Encadenaste con  palabras mis tristezas

 y las lanzaste al viento.

Pero  aún  estaban  sembradas otras  melancolías

 en el costado inferior de mis desesperanzas.

  Pero dijiste: “hágase la ilusión”  con un sonar de dedos

 y las palabras florecieron preñadas de metáforas,

 buscaron los  más altos luceros,

 juguetearon con ellos, en ese  viaje astral

  para el que me compraste boleto  de primera.

 Todo  quedó grabado,

 las palabras fueron dichas,

 el sueño, cumpliéndose a veces

 y a veces perdiéndose

 en la pereza de mis siglos de llorar ausencias.

Pero aquí estamos, de pie y  frente a frente,

 como una dualidad inseparable

 y aunque los días de  silencios crecen

 no me falta tu presencia,

  que la experimento al nacer el día

 y cuando la última sombra

 me dice adiós   de la mano

 y se posa  sobre mis párpados cansados.