Pregón de ser felices
Hay aquí tanta gente que merece
ser más feliz que ayer o que mañana,
ahora, hoy, aquí, sin más excusa
que frene el carnaval del alma buena.
Debemos encontrar el son exacto,
la vieja libertad que construyeron
tus sueños y mis sueños, y los sueños
de todos los que alzaron estas plazas,
estos muelles, aquellos mil balcones
en que las rosas y las golondrinas
tejieron nido pese a ocios y a abandonos.
Debemos comprender que todo es nuestro,
del niño porque sí, porque nos trae
sus propios universos sin pedirnos nada a cambio,
del joven por amor, porque florece
y allí precisa tierra, abrazos, horizontes
y un fervoroso ardor en la canción de cada día,
de la mujer por gracia, por mérito, por lucha,
por fértil proceder en la espesura de los hombres
y aliento sin final en la contienda de los sueños,
del hombre sin maldad, del peregrino
que a solas concluyó que el cielo existe
y el mar para admirarse y cada tierra
para sembrar los hijos que merezcan su estatura.
Entonces hay que ser felices siempre,
ahora, desde ya, mira ese río,
qué cantos ya nos trae, qué remansos
y qué camino busca hacia la voz del mar, su padre,
es río de agua y musgo, de seres, de vecinos,
de los hombres y mujeres que ya avanzan
hacia la propia orilla y a su lecho refulgente,
hacia el amanecer del porvenir que nos espera,
es río de bondad, de máquinas, de empleos,
de manos que se trenzan para alzar la primavera
y ese antiguo rumor en que esperanzas se construyen
y viajan hacia el gran encuentro con lo eterno.
El mar nos llama y va, ya nos espera
con su cena, con su mantel de luz y azules,
ven, canta, libera tus volcanes,
entrega tu semilla y dale voz a la alegría
ya tantos forjaremos la mañana
que nadie quedará sin ver su bosque en los caminos,
su fruto, su ondular al beso de los tiempos
y al ritmo de una paz en que por fin ser plenos
y felices unos y otros para siempre en cada plaza.
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19 03 14