Se ha ido en el viento un suspiro
cargado de vivos anhelos
que entre matorrales y espinas
tornáronse suaves y tersos.
Se ha ido en la luz el destello
de aquel sentimiento que abrupto
dejó un corazón tan henchido
sin más que del mismo cielo.
Se ha ido en la noche el penar
que anidaba tras largos desvelos,
un vacío volvióse a llenar
transmutando cardos en pluma al vuelo.
Se han ido flotando en la mar
las virtudes que el hombra clama
y en su más alto y excelso pendón
digna existencia reclama.
Se han ido y no volverán,
cual perlas incipientes surgían,
apenas tangibles a nuestro pasar
trocáronse pronto y morían.
Se han ido sueños inocentes
que el mundo logró trastocar,
sin tregua embate pertinaz
tasa fuerte del ego su muerte.