Araceli Vellber

Desayuno.

Vengo a untar, mi mejilla en tu cara

A perfumar, mi cuerpo en tu alma

A beber, las lágrimas de tu cara.

Vengo a desayunar contigo, la mañana,

A vivir el día, en su inicio, en tu alba.

Traigo para desayunar, sólo las ganas

Por eso vengo a cuerpo descubierto

Para ver el amanecer, de tus ojos rojos

El atardecer, en tus manos roto

El anochecer, de los sueños locos.

Vengo a desayunarte entera

Desbordado mi caudal sanguíneo de sus arterias

Fuera de control en sí, mi cabeza

Vengo expuesto, casi a una guerra

Pero las sabanas blancas de tu cama

Apagaran en señal de rendición, nuestra hoguera.

Una vez concluida la tregua

Dejaremos a nuestra ilusión

Que elija destino, parada, venta y carretera.