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Carta a mi maestro:

Maestro, ese mi maestro. Cuando un alumno deserta, reprueba o decepciona no es el, el que lo esta haciendo, sino usted, ya que usted es el principal encargado de dar una motivación, el que debe generar una inclusión, el que debe de crear estrategias que sean apropiadas para llamar la atención, el que debe de apegarse a el programa, el que debe apegarse a una educación que no se base en el conductismo donde el centro de atención es el maestro, debe de tener muy claro que al reprobar el alumno es la culpa del maestro.

El conocimiento que construye el alumno con ayuda del docente es una mera prueba de evaluación que se dirige a el propio maestro, de lo que le ha enseñado y de lo que ha hecho en su desempeño como docente, ya que con el examen se evalúa en realidad a el maestro y no a el alumno.

También hay que tener en cuenta que el ambiente áulico es multidimensional y debe de saber como puede generar interés en los alumnos para que trabajen. No porque tenga muchos años de experiencia quiere decir que va a dominar cualquier contenido y va a poder con cualquier grupo. Ya que hay que tener en cuenta que cada personita sentada detrás de un pupitre tiene una forma de pensar, una forma de razonar y una forma de vivir.

Hay que exigir para ser los mejores, tenemos que dar siempre el cien porciento pero si no se genera una equidad, una motivación no se puede llegar a ella, ya que si se está viendo un contenido que no tiene nada que ver con el programa de la materia, hay una actitud apática y asiste menos del ochenta porciento de alumno a sus clases es donde hay que reflexionar, preguntarse: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué está pasando? ¿Qué puedo hacer para mejorar? A demás de esto también reconocer de que como personas también somos humanos y no siempre tenemos la razón.

Por: Jesús Alberto Martínez Jiménez