Ven a mí, abriga esta soledad,
en este silencio condenado
que satura mi alma,
te imploro oh diosa de mi sueños,
desciende trasmutada en paloma blanca,
baja de tu aposento celeste
y con tus alas de seda
acaricia mi alma,
ven conmigo, llena este pecho de suspiros,
y en cada espacio vacío siembra nuevos versos.
Los míos, partieron a otros lares;
en vano los busco en cada vericueto,
en cada aliento fresco de una alborada,
en cada noche de luna y estrellas,
en cada rincón de mis recuerdos,
y no los encuentro,
se han ido y en mi delirio los veo flotar
sobre las olas de un mar azul,
y los veo volar cual golondrinas,
mas nunca vuelven al nido.
Vuelve y tráeme este equipaje de versos
con olor a yerba, con fragancia a flor salvaje,
con color de primavera,
o con aroma a trigo maduro.
Vuelve con tu sonrisa de niña
y quédate conmigo;
vuelve, vuelve a mí, poesía.