VEN A MÍ, AIRECILLO MÍO
Locura mía, esperanza de mis besos
agua de mis manantiales pura.
Destino del sendero que nos guía
a los dos por valles de la selva silente.
Me embriaga el aire ávido para alcanzar
la luz etérea de tus labios y el esfuerzo de quererte
y de sublimarte en la loca pasión hechicera
para mantenerte viva como una estrella eterna
y en el aire inerte tatuarte de sirena dentro de mis penas
y en los jubilosos momentos llevarte a mis islas
para alimentar mis consuelos, y así mitigar mis penas
y todas las heridas que me han causado
las terribles tormentas,
que con sus dientes han consumido la sangre de mis
arterias.
Ven a mí, airecillo mío, consuélame en las retinas
y en las harinas de mis molinos y exprímeme
hasta ahogarme en los cementerios
y de todas mis angustias y amargas penas.
Devórame con tu boca las mieles de mi alma
que se funde en el silente y afónico aire
y en los naufragios de todas mis barcas