Desde una tibia tarde
¡oh! alientos desvalidos
llegan mansos recuerdos
a un ventanal dormido.
Apenas se vislumbra
una silueta errante
detrás de la ventana
que se cierra al instante.
Los escarpados muros
cual colosos de piedra
le sirven de asidero
a una frondosa hiedra.
¿Quien puede estar de luto
con tanto mundo afuera?
si hasta los muertos salen
de sus tumbas tan fieras.
¿Quien puede estar a gusto
detrás de una ventana?
mientras que de tristeza
se pudren las manzanas.
Voy a saltar los muros
de tu solaz convento
aunque sé que pudiera
morir en el intento.