Ayer descubrí qué las hojas de mi árbol están algo secas,
que se cansaron de esperar a que tú vuelvas...
Quizá no recuerdes a que árbol me refiero,
se me olvidaba que hay cosas que a veces no te importan
tanto y prefieres no guardarlas en tu memoria...
Así que voy a aclarártelo, estoy hablando de ese árbol que nació de la semilla donde depositamos
nuestras ilusiones, deseos y aspiraciones, a la que la transmitimos todo
nuestro amor...
Aquella semilla de la que, al poco tiempo de sembrarla juntos, decidiste olvidarte...
dejarla a la deriva, abandonarla en el campo de la incertidumbre...
Pero yo no pude hacer lo mismo que tú, así que seguí regándola con
agua del pozo de la esperanza, porque en el fondo mi corazón creyó que
algún día volverías a nosotros...
Y logré que esa semilla, diera lugar a un árbol hermoso, lleno de frutos dulces.
Pero algo le pasa... se está marchitando...
me parece que ambos nos estamos percatando que tú jamás volveras...
que aunque apareces constantemente en mis pensamientos y en mis sueños
no lo harás en la realidad...
que aunque desee con todas mis fuerzas que vuelvas a ser mío, eso no podrá ser...
porque nunca lo fuíste...
Mi árbol se está muriendo y yo con él...