Rompí las barreras
que protegían tu amor.
Rompí las barreras
que encarcelaban tus besos.
Destruí el miedo
de llegar a algo.
Destruí el temor
de seguir adelante.
Llegué hasta el amor
que tenías escondido.
Llegué al tesoro
que tu sonrisa guardaba.
Te tenía en mis brazos
enredada con mi vida.
Te tenía en mi pecho
apoyada en mi afecto.
Y de una noche a otra,
de un sueño a un despertar,
de una alegría a una tristeza,
de unos saltos a un dormir.
Perdí la luz del día
y la oscuridad de la noche.
Perdí los escudos
que tu vida me daba.
Perdí los momentos
que anhelaba tu abrazo.
Perdí los momentos
de llorar en tu risa.
Cometí el error
de creerme poderoso.
Cometí el error
de controlar mi vida.
Cometí la desgracia
de verte marchar.
Cometí la desgracia
de dejar de esperar.
Nunca pensaste
en que estuve a tu lado.
Nunca pensaste
en mis días esperando.
Nunca pensaste
en mis horas parado,
en mis días soñando,
en mis semanas llorando.
Nunca imaginaste
que estaba tan cerca,
que no me importaba
verte escapar.
Nunca imaginaste
las luchas que hice,
las dudas que tuve,
las noches perdidas.
Porque nadie te dijo
pero tú sí pensaste
que mi esperándote
no era suficiente.
Porque nadie te dijo
que cuando yo te miraba,
tú pasabas corriendo
sin detenerte a mirarme.
Pero tú si pensaste
que yo seguía avanzando
en medio de espinas
sin importarme el dolor.
Ahora soñarte en el año,
pararme a tu lado,
no dormir la semana,
darte mi mano.
Ya no tiene sentido
si tú sí pensaste
que nuestros cuerpos tendidos
se van consumiendo.
Ya no tiene sentido
si tú sí pensaste
que mis horas y días
no se acercan a ti.
Ya no tiene sentido
si tú sí pensaste
que mis semanas y años
no valen una sola sonrisa.
Pero a pesar de no valer
un abrazo, ni un beso,
una alegría, ni una sonrisa,
yo aún espero parado.