El otoño de mi vida, color ocre de las hojas,
como alfombra que se quiebra al depositar mi pie;
un solitario sendero, que regado con mi llanto
esconde vanos secretos de un acallado placer;
en los tiempos de cosecha, entre vientos muy inquietos,
se enfrenta desde mi cielo la razón contra mi piel,
bien sé que ya se han ido el aroma y lozanía
de una rauda primavera que jamás podrá volver:
hallaré una alma gemela que sí encuentre en mí el calor
de un amor, fruto maduro: ternura con gran pasión...