¿Por qué le mentimos al mundo
si todo lo que admiramos es un sueño?
¿Qué razón hay para ser arrogantes y soberbios?
¿Acaso no advertimos que fuimos un error para el planeta?
¿Somos acaso como la lluvia,
Que cae bendiciendo cada roca, cada orilla?
¿Somos como las aves
Que al despertar levantan la mirada al cielo?
Las he visto a ratos, sobre mi divino árbol
Abren sus alas, un saludo, y canto inicia
Como la primera oración del día.
¿Por qué nos inflama el dinero?
Podríamos vender nuestra alma por él…
Podemos pisotear a quienes de verdad nos amaron
Mentir una y mil veces,
Hasta creernos las mentiras y tomarlas por ciertas…
¿Por qué dañamos a quien nos ayudó en el camino?
Tengo tantas preguntas sin respuesta
Miro la enorme cola blanca de una novia
Cae presurosa de la cuesta con la verdad
Como pequeño rocío que desea volar hasta mis ojos
Y veloz se aleja… impaciente…
Queriendo ser esposa del mar…
¿Por qué somos tan ambiciosos
Teniendo la certeza de la muerte?
¿A cuántos hemos pisoteado en tan corto tiempo?
¿Valió la pena el dolor?
Y ante todo… ¿de qué sirvió la mentira?
No le miente una flor a nuestros ojos
Un panal está por construirse
Pasa el colibrí y comparte de su corazón
¿Y una pequeña abeja pensó alguna vez en un cirio?
Certeza de la muerte… pero seguimos empeñados
Mueren nuestros niños pastores como nunca antes
Y la tierra se abre poco a poco
¿Para seguir tan arrogantes?
Ahora no sé qué haré…
Desaparecerá entre las sombras de mi propio espejo
Lo poco que me ha dejado el viento
Como un girasol ante el ocaso, doblo el cuello
Y dejo todo en manos de mi dueño…
Él sabrá qué tiene para mí después de ahora…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 22/14