L. Roberto M. Uriostegui

Toda tu me hiciste tuyo

Tus brazos me hicieron tuyo,

insigne sentimiento mutuo

que nace de mi piel, y muere

en lo más hondo de mi ser.

 

Tus labios me hicieron tuyo,

grandiosa paradója universal

pues no tocaron los míos

para sentir mis labios besar.

 

Tus ojos me hicieron tuyo

cual mirada hecha al mar,

como abrazo dado al cielo,

como siempre quise amar.

 

Toda tu me hiciste tuyo

y todo yo te hice mía,

aunque el sueño entró

pronto en su agonía.

 

Murió el sueño en mi rostro

y cerraste sutilmente los ojos

abriste despacio tus brazos

y yo desperté, hecho pedazos.