Cuando la tarde
vestía de luto
al entristecido sol
le dijo el farol:
Seré tu sustituto
ya que en modo absoluto
reemplazarte puedo.
Y los árboles que oyeron
la falacia cretina
de aquel señor
dijeron a viva voz:
¡Mentira, mentira!
Jactancia genuina
de tanto farol
que solo iluminan
y se creen el sol.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela