Despierto, y mis manos están vacías, una noche más despierto ahogado en sudor de la angustia de no saber donde esta, mis manos recuerdan su esbelta cintura la forma de su curva al girar, mi pecho extraña el calor sofocante de su pelo al rosar durante varias horas mi cuerpo, abraza su silueta inmaculada desde el día en que partió, mi mente atesora esa última noche de amor, recuerda las carisias, el rose mutuo, el aroma de su piel exhausta de tanto amor, extraño todo yo tu presencia, que con solo estar me calmaba, me volvía dócil, me volvía suyo saber que cada uno de mis besos me acercaba más a ella, saber que cada palmo de su piel le pertenecía a mis besos, que cada centímetro de su ser avía sido desgastado por miles de mis carisias, ahora saber que cada uno de esos recuerdo me regresa a ella me taladra la cabeza, me arranca el corazón de tajo, mi corazón, corazón suyo, perdido desde que llego, corazón en enamorado desde el día en que me empezó a amar, corazón en vela desde que el destino me la arrebató de mis manos, corazón muerto desde el día en que su enfermedad por fin la dejo descansar. Muerte, muerte lenta he vivido desde entonces, mis manos por las noches acarician su silueta mis ojos lloran su partida y pensar que solo llevo siete días sin su amor, y pensar que una semana basto para que yo decidiera acompañarla, para que yo por fin descansar de mi amor