Se acalla la voz,
el poeta ha perdido su esperanza.
No hay cielos ni espacios,
aun la nada no existe.
El poeta se difumina
como una luz que se apaga
y nadie la enciende.
El poeta se esfuma
se acabaron sus sueños.
Su cuerpo inerte se disipa
entre los cielos que no existen.
Su mente vaga inconsciente
y su mirada inocente
provoca alarma en su alma.
Duerme casi todo, menos su vida,
se apaga sin una ilusión que lo contenga.
Ha nacido por ello el egoísmo,
ha brotado la envidia,
la estúpida mentira
se va lanzando a los tiempos.
Este poema queda abierto
no hay anhelo ni confianza
que renazca al poeta.
¿Será cierta esta visión?
CARLOS A. BADARACCO
15/2/14