Qué, si digo de ti las mismas cosas,
nadie sabrá quién eres o si existes,
si te creó la pluma en noches tristes,
o te engendró la aurora tan dichosa.
Pues tienes la apariencia de las diosas,
y como una mortal te resististe
a ser mi realidad, y me envolviste,
en la esencia y frescura de tus prosas.
Y qué, si tú eres sol de primavera,
aquel que con su brillo singular,
hace que mil colores cobren vida.
Y qué, si puedes ser lo que tú quieras,
dejas de ser en cada despedida,
y existes cuando te vuelvo a recordar.