Cuando se alza la izquierda
para romperme el hocico
rato ya la derecha
me tiene del culo...
y entre ambas hecho mierda.
Y entre banderas
me arrancaron mi patria
y me volvieron un paria
uno más entre la masa
esa que el poder repasa
canario de alpiste,
que la estadística viste,
a pornografía desviste
y la tentación no resiste.
Pero ufano me detengo
a desayunar en franquicias
donde la sumisión me acaricia
mientras dinero en el bolsillo tengo.
Y sigo cabalgando sobre el Che
y adorando como dios a Mujica
mientras en la otra banqueta
mi otro yo grita Obama
¡abajo maduro!
y tanta otra pendejada
que ni siquiera comprendo;
pero me enseñaron a odiar
y para que la boca
con el culo no se me confunda por el olor
me enseñaron a gritar.
Osama renovó su suscripción
a Cocacola company
y yo sigo pensando
que a la Chevron international
le interesa el pueblo de Siria
y no el oleoducto que por ahí pasa.
Crimea salta de rama en rama
que si mejor Rusia que Ucrania,
a mi quien me importa es Natalia;
ecos similares escucho en mi ventana
que si ya no Hollywoodlandia
que ahora las luces del alba.
Sobre mi arremedo de mesa
salpicada de sudor
comparto con ratas, cucas y moscas
lo que en la maquila me dijeron salario
y me siento un dignatario
pagando con mastercard
el crédito de la diner club.
Pero siguen cultivando en mi
la pesadilla americana
de ir a darle las nalgas
a un maldito emigrante
que solo me tiene por ventaja
haber dado el culo primero.
Por ahora déjenme soñar
que al mirar hacia el sur
mcdonalds venderá
hamburguesas en un carretón
mientras mis pupusas
serán la sensación.