Ahora dicen las estrellas
cosas que no entiendo,
se encienden, se apagan,
cambian de color…
y la luna…
… la luna llena
que parece alumbrar
a desgano
los silencios de las hojas muertas,
del jazmín sin gracia,
del pájaro sin trino.
Mustias arboledas
y el misterio
que anida
en sombras viejas
apenas mecidas
por el viento.
Acaso todo es nada.
Solamente un piano…
Un piano que recuerda
y que lastima.
Todo está dormido.
hasta los perros
huyeron de la calle.
Van mis pasos
sin rumbo
pisando los últimos ruidos
y la luz mortecina
de faroles
que tiemblan
en el charco del olvido.
¿Sabes?
Tengo un trozo
de cielo entre mis manos
con listones del alba
y una sonrisa tuya
que ilumina los espejos
de los sueños rotos.
Y vuelven a mí
el bosque, el lago,
el jardín donde se hablan
magnolias y azucenas,
tu pequeño andar
por desgastadas calles,
las sinfonías que hurgan
las cenizas
de mis deshuesados versos.
Pero las estrellas
me hablan en idioma
incompresible,
entonces hago oídos sordos
y me embeleso
en los crepúsculos
que nacen de tu risa,
en los azules reflejos
que por tus ojos
dejaron los suspiros del Danubio.
Y me duermo abrazado
a mi almohada y mi utopía.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.