Te diré una cosa:
si yo te digo que te quiero
y la luz rellena la pupila de los ojos con que miras
es porque fuimos hechos uno para el otro.
Y puede que nos querramos un día o una vida
pero lo cierto, mujer, es que algún día ha de terminar.
Pero te diré otra cosa:
tú puedes estar tranquila,
porque si yo te digo que te quiero
- y te digo que te quiero- me habrás
olvidado mucho antes de que yo deje de quererte.
Aunque eso sí,
si un día decides irte
no esperes que yo te siga.
Cuando te marches no llevarás contigo
más que el recuerdo de que un día te quise.
Si te vas, te vas vacía,
y si me extrañas; mis brazos,
que también te extrañarán
han de tenderse esperando tu regreso.
Si un día me dejas no esperes que llore
porque rogar nunca ha sido mi fuerte,
aunque el cariño duela y el recuerdo pese.
Andaré por la vida con esa actitud despreocupada
con la que me conociste,
y hallare un amor en turno
que complete los espacios en blanco.
Mi vida no tendrá huecos
y no seré un lastre: pesado, ahogándose
en la hondura del agua turbia en que se
convierta tu partida.
Yo no se de sufrimiento.
Para mi la solución siempre es clara.
Pero te dire una cosa:
si te vas no sabría cómo dejar de quererte.