Diaz Valero Alejandro José

Una casa cómo aquélla (Cuento)

 

En un pequeño bosque muy cerca de un poblado, en la horqueta de un árbol anidaba un ave con su pichón.


Allí veían transcurrir los días; la madre cuidando y  el pichón creciendo, y juntos compartiendo la alegría de saberse parte del paisaje.


El pichón siempre adoró su nido, el tibio regazo de aquel hogar hecho con pequeñas ramas que le servían de abrigo, había siempre el lugar más cálido y hermoso que el pichón jamás había visto.


Su madre orgullosa de ello lo abrigaba en su regazo. El nido tal vez no era un hogar lujoso, pero estaba construido por ella misma, buscando de árbol en árbol las ramitas secas que necesitaba para darle un lugar seguro a su huevo, que después se convertiría en pichón.


La madre pájara había notado que su pequeño hijo comenzaba a mirar con desprecio el nido donde vivían.


-      ¿Mamá por qué vivimos en esta casa tan simple y tan fea? solía preguntarle algunas veces.


-      No hijo, esta casa no es fea, es nuestra casa, es la mejor casa que pude ofrecerte.


-      Quiero una casa distinta mamá, que tenga techo, ventanas y puertas y que podamos vivir más cómodos.


-      Las aves construimos nidos de distintos tipos y este nido es apropiado para nosotros, siempre dijiste que amabas este nido ¿Porqué ahora dices que  quieres otro lugar para vivir?


Y el pichón, señalando con su pico, mostraba a su madre una hermosa casa ubicada a cierta distancia del bosquecillo, y le dijo muy tímidamente: Quiero una casa como aquella mamá.


La madre abrazó al pequeño en su regazo y le dijo:  Hijo no envidies las casas ajenas, cada quién construye su nido en la medida de sus posibilidades y  de sus propias necesidades. Sé feliz con este nido que amorosamente he construido para ti. Si algo adicional necesitáramos  Dios  nos lo sabría proveer.


Y el pichón al escuchar a su madre se abrazó a ella y entendió su hermoso mensaje, y siguió tranquilo  en su nido.


Su madre al verlo ya feliz le dijo a modo de comentario, “ayer volé cerca de esa casa y escuché al niño que vive allá cuando le dijo a su madre al verme pasar, que él quería volar como nosotros.  No escuché lo que ella le respondió porque seguí mi vuelo directo a nuestro nido”.


Y el pichón sonreído y feliz le respondió: Seguro habrán sido palabras tan hermosas como las tuyas, mamá.


Y juntos se abrazaron en su cálido nido, construido en la horqueta de un árbol cerca de un poblado, donde había una hermosa casa.

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Autor: Alejandro J. Díaz Valero

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Maracaibo Venezuela