Raúl Daniel

¡Calla!

¡Calla!

 

¡Oh, bella mujer... que dulce eres

mientras me estás conquistando...

me prometes, con tus ojos

los más excelsos placeres!

Sólo sonríes a mis palabras,

permitiendo que tan sólo,

apenas un poco ¡tu boca se abra!

 

No me dices nada y pones misterio,

cuando sonrojada, con suspiros trenzas

los muy sabios lazos de mi cautiverio.

 

¡O, mujer dorada, con boca de fuego!,

con ojos de cielo, con manos con alas,

con cuerpo que habla, con labios que callan,

... ¡no me digas nada!

 

Déjame que crea que tú eres esa

que sueño en las noches, que busco en las tardes;

por calles y plazas... ¡y por mil lugares!

 

Déjame que crea que eres aquella

que he esperado tanto,

¡clamándole al cielo en oración y llanto!

 

Permite que reviva la antigua ilusión

que muerta creía...

continúa sonriendo, mientras vas haciendo

¡el nudo adornado de mi fantasía!

 

Yo creo que eres tierna, piadosa, paciente

y ¡muy bondadosa!, muy inteligente,

que piensas en cosas dignas, honorables,

que eres decente... ¡y que nunca nada malo

pasa por tu mente!

 

Quiero creer que tienes, también bellos sueños:

de un hogar con plantas, de un patio con niños

que juegan y cantan y con el cariño

de un buen compañero que fiel te reclama

... creando castillos... y Edén en tu cama.

 

Déjame que piense que puedo ser ese

que solamente bese tu cuello por siempre...

y también tu boca... y también tu cuerpo...

Deja que me ilusione y que crea que es cierto...

¡no importa lo breve que sea el momento!

 

¡Calla semi-diosa de formas perfectas!,

con cara de ángel, con clara mirada....

no quiero escucharte... ¡no me digas nada!

 

No quiero apartarme de mi pensamiento,

espera otro rato... déjame que duerma

¡y voy a abrazarte como si esto fuera

mi noche de bodas... y voy a creerlo!

Deja que te ame... que viva mi sueño...

serán pocas horas... ya está amaneciendo...

 

No quiero enterarme de tus egoísmos,

de tus intereses, ¡tortuoso vericueto de tus vanidades!,

negro laberinto, abismo cavado por la mentirosa

pala de tus miedos...

ausentes verdades, ¡conocer no quiero!

 

Ya será el momento de pasar la cuenta,

no sé cuánto cuesta... agrégalo al precio...

y no me digas nada, ¡dame tu silencio!