El vientecillo consuela mis mejillas
al secar las lágrimas ámbar
imaginando tu celeste mirar al alba...
Las palabras se agotan
en su continuo destilar,
amanece y permanece el estático
silencio de tu ausencia....
Deberían mis labios acostumbrarse
a la lacerante sequía de tu huída,
mis ojos con tu fantasma fantasean
y al ventanal oteo en reflejo
de constante búsqueda...
Sé es hado y resignarme debo...
Es lo cabal y acertado,
aunque mis manos aún aguardan
las caricias de tu ternura eterna...
Pasan los años, no te encuentro,
y convezco al olvido de abrazarte
en los sepias del recuerdo enmarcado
en desgarradora realidad...
Sin embargo, es regalo
el saber que bien estás
y, si no te he de besar jamás,
celebraré tu germinar cada Mayo
en calados arcoiris cayendo,
fríos ríos en mi piel
bañada en lágrimas de miel...
Copyright© 2014 Rocío Vega-Ponce