Hugo Emilio Ocanto

Una herida en mi alma (Poema) Grabado

¿Qué sabes tú

de tristezas?

Si tu vida es

un eterno carnaval.

¿Qué sabes tú de llantos?

Nunca te he visto llorar.

¿Qué sabes tú de pobreza?

Si tu padre es rico.

¿Qué sabes tú de tristezas,

angustias, soledad?

Si siempre has vivido

en la abundancia.

Nunca has pasado hambre,

como yo.

Una herida en mi alma

es lo que hoy yo siento.

Alma...¿cómo es la tuya?

¡Vacía!

¿Hacia quién tienes sentimientos?

¡Hacia el dinero!

Pasaste hace pocas noches

en tu maravilloso coche,

que te regaló tu padre,

casi me atropellaste,

tuve la suerte

que esquivaste mi cuerpo...

Pero escuché tu carcajada,

y la de los que iban contigo.

Tú no tienes alma.

No tienes sangre en las venas.

No tienes corazón.

Funciona a veinte pulsaciones

por minuto...está muerto.

Tú no eres la mujer

que conocí en nuestra juventud.

Los años y tu riqueza,

te han cambiado.

Y yo me siento tan desolado,

tan amargado, tan desesperado...

que tal vez si fuese sordo

y ciego, sería mejor...

Es una locura lo que estoy diciendo.

¡Tú eres la que loco

me estás volviendo!

Pero trataré de tener

temple y orgullo.

No sé qué he de hacer

de mi vida sin ti.

¿Cómo puedo amar

a una mujer como tú?

Fría, indiferente, calculadora,

sin corazón, sin alma...

¡Debo arrancarte de la mía!

¡Tú eres mi herida!

Hombre resignado

siempre he sido.

Desde que te conocí,

amé hasta a esta

vida de mierda

que debemos soportar

los pobres, los sin techo,

los que padecemos hambre

y nos rodea los terrores

de esta miserable existencia.

¡Tiéndeme tu mano María,

Madre de Nuestro Salvador!

¡Dios, dame las fuerzas necesarias

para poder seguir viviendo...

en este maldito mundo!...

Perdona mis palabras, Señor...

Ya no tengo

conciencia de lo que digo,

¡por momentos pienso

que voy a enloquecer!...

No juzgues mal mi pensamiento,

Dios mío.

Si tú tanto has sufrido,

¿por qué no acepto

esta vida...de perros...?

Ellos son más felices que yo.

Se conforman con un hueso

de su amo...

¿por qué no me conformo yo

con las enseñanzas que tú

nos das?

Mi alma herida,

por ella, la que no se merece

ni siquiera mi más mínimo amor...

Pero tú conoces mi corazón, Señor...

Siento tu Piedad,

pero ella me falta,

y quisiera...

¡mi Dios, oh Señor de las alturas!,

¿qué hacer, qué actitud debo tomar

ante esta tristeza de mi alma?

¡Cuánta más FE DEBO TENER EN TI!

Me siento con la necesidad

de estar sentado en el suelo,

cubriendo mi rostro

para que los demás,

esos otros pobres desdichados

como yo, no me vean llorar...

¿Y por qué he de llorar, Señor?

Si tengo en mi alma

a tu Madre, y tu presencia...

Una herida en mi alma,

que por ella,

no vale la pena tenerla...

Drechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 26/03/2014)