ensambla el mar su brazo de cristal
Con el verde paraíso terrenal
No existe la mano que en letras o bosquejos la pueda retratar
Como retrato mi mente los atardeceres de fuego al navegar
Un espejo verde mar enaltece la cumbre nevada
Y su falda de ñires naranjo otoñal
Ahí danzan los vientos tibios del norte
En las copas de los viejos coihues
Y ensombrece la cordillera con su blanco delantal
En este vaivén solitario paseo mis pupilas
Me pierdo en el azul verdoso de la bahía
Otros días como negros y grisáceos azulejos
Y algunos otros que se vuelve celeste cielo
Que mece en su dulce cuna algún bote pesquero
Como mil veces en la vida
deseo Con el alma alzar el vuelo
bebo del embriagador Sabor a lluvia, tierra y verde hierba
Abro los brazos y cierro los ojos al cielo
Espero , espero y como a la libertad
Madre tierra, yo anhelo
Esta madre que en su agonía es la más viva
Que en su cruel enfermedad lastimada y herida
Es la más bella de las poesías