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Marchitos harapos, humo y tinieblas,
ahora sus voces vienen de lejos,
\"Padre nuestro, Ánima de los caminos,
espíritu celestial, te rogamos\".
Las sombrías búrbujas en el aire,
los rezos incoloros que se ocultan,
en cada destello gris de esas velas,
de ojos hundidos y sin esperanzas,
enfermos que se mueren, que se alejan,
entre himnos y sus cantos de alabanzas.
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A mi lado, templos de la maldad,
que duermen sobre barcas moribundas,
se alimentan de las luces aciagas.
del fugor de la Nada que nos llega,
más allá de la puerta desgraciada,
somos despojos, sin almas, sin lunas.