El tiempo se acercaba a él
Y ya no habia hora ni lugar para esconderse,
Los pájaros no revoloteaban por el aire
Y el viento no soplaba acariciando su pecho.
Suspiraba, suspiraba eternamente
Y vivia entre el ensueño
y la supuesta realidad.
Con cada paso se sentía mas pesado
y se acostaba soñando quizá entrar para siempre en un letrago,
Despertar en una crisalida
Y transformarse pues no era ya capaz de ser.
Su voz taciturna-melancolica-apagada se hacia cada vez mas tenue
Y su respiración mas profunda y silenciosa.
Era ya la hora inefable,
no sentía nada,
Aunque tenia el estómago vacío.
Por primera vez se sentia tan lúcido para admitir que estaba loco
Y por primera vez se sentia tan sabio para admitir que era un ignorante,
El coraje lo habia desvestido
Y el miedo temblaba en el,
Su cuerpo estaba gélido
Y con una sonrisa morada dijo: adios.