CARLOS ALBERTO BADARACCO

EL COMENTARIO INÚTIL.


Que pesar estúpido siente Julián al intentar escribir un cuento o una poesía, en tal o cual espacio literario de una determinada red social. Pareciera querer apuntarlo con la firme convicción de esperar  el aplauso del lector. Luego, al publicarlo nota que muchos leen pero nadie publica comentarios. Al tiempo, él mismo advirtió que la ignorancia es un paso importante para llegar a la indiferencia. Los que se creen grandes escritores son los peores, porque justamente esperan agradar. No perciben, afirma Julián, que el verdadero sentido de un escrito nace del alma y al alma no le importa lo que dicen los demás. No sé si tiene razón pero ha escrito los mejores cuentos y las más nobles poesías a partir de esta convicción y se dio por complacido con el hecho de haber expresado esa hermosa manera de transmitir lo que su esencia le dicta. No importa recibir loas, quien piensa en obtenerlas podría arriesgarse a volcar su parecer en alguna idiotez que otro escriba y lo que es peor alentar a un fracasado escritor. Es probable que nunca sepas si tu escrito es valioso o no. Lo que sí, vuelve a sostener este autor, lo que en definitiva es importante, es advertir lo que un “artista” quiere expresar con el alma. Lo relevante es el sentido de autenticidad, honestidad y pulcritud que le pone el escritor a su obra. Lo estúpido de un creador es querer competir con su trabajo. La contienda no tiene sentido porque se pierde la verdadera acepción de lo expuesto. He visto, sostiene Julián, que algunos publican incitando explícitamente a sus lectores a expresar una observación que por supuesto es traída de los pelos. No sé realmente si el comentario expuesto tiene el sentido cabal de la muestra literaria, incluso a veces capto la intención de sacarse de encima el trabajo de pensar qué observación acotar con un simple “ME GUSTA” o “BELLÍSIMO”, “ME ENCANTÓ”, “MAGISTRAL”, eso debería herir el sentimiento del autor pero pareciera no percibirlo. Hay cada mamarracho que yo mismo he escrito, recalca, que al pasar el tiempo denota que “este ni siquiera leyó el trabajo”. Creo que Julián aprendió la lección y hoy escribe porque le agrada hacerlo, le nace del corazón. Entonces no admite opiniones, es más las detesta y en cambio se acepta a sí mismo tal cual es (bueno o malo, pero es)

CARLOS A. BADARACCO

28/3/14

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