Es sutil la mañana
que nace entre los alrededores
sin tanto problema ni tanto oleaje
con una taza de café reposando
esperando al bienaventurado viento
que repose su candor sin tanto enojo.
Es sutil el medio día que entra
por la ventana del que se queda dormido
y se asienta entre los despojos
sin decir ni una sola palabra
incomprendiendo lo que afuera ocurre.
Él espera impaciente a que pasen las doce
o la una para poder descansar.
Es sutil la tarde que cae
entre las montañas y los suburbios
recogiendo las sombras que por los momentos
continúan quejándose del porqué van a casa
sin comprender que la noche viene sin prisa
pero segura de lo que acontece.
Es sutil la penetrante noche
que rompe el silencio con luna llena
y con estrellas en su vestido negro
cubre el cielo para los enamorados
que en un abrir y cerrar de ojos
se despiden acordando no comentar lo que ha pasado.
Y así llega las cinco
y la noche que llega cansada
con su vestido en mano y la luna entre su cartera.
Ahora están las tres
y el hombre que podía ser el cuatro
es el jefe de tal convenio
pero no le parece que el sol salga primero
por eso manda a la seis
a la mañana a hacer su trabajo.