Una estaca, en la pared
sangro. A cantalos, en una
interminable llanto sangro
sin limite infinito alguno.
La lluvia de ayer, muy corta
se quedo al querer limpiar,
el emergente aujero, vomitando
su infinita desgracia, intentado
tapar con las manos, la sangre
como un pinchado caño, en el
infinito mismo se perdia.
El techo, una nueva lluvia
dejo correr. Una mas, no
fue por fin el muro, su sangria
pudo parar. Reflejado en su brillo,
de a foco el aujero cicatrizo hasta
hasta una pequeña luz pasar.