Ven... muérdeme los labios,
con fuerza y vehemencia,
las aves de mis pechos
apresa con tus manos,
cobija en ti mi cuerpo,
enciérralo en tus brazos,
siente dentro del cuerpo
mi sangre palpitando,
soy esa fruta fresca
pero también prohibida,
que se da por entero,
sin miedos ni retazos.
Así... como el gris viento
que azota y que golpea,
así... como aquel fuego
devora la hojarasca,
o como el tigre hambriento
entiérrame tus garras,
que yo sienta la fuerza
antigua de tu casta,
sin titubeos corta
en trozos la alambrada,
porque yo soy esa hembra
que tu instinto hoy reclama.
Tu cuerpo sobre el mío...
ardiente, tembloroso,
tu piel humedecida,
la noche de tus ojos,
tu aliento aquí, en mi cuello,
la furia, el desafío,
¡No me dejes que piense!
¡Susúrrame que me amas!
¡Envuélveme en tú fuego!
¡Consúmeme en tus llamas!
Que yo te sienta mío...
ardiente y entregado,
cobíjame en tu pecho...
tu sangre con mi sangre,
mi sombra con tu sombra
muriendo a cada paso,
¡Salvaje amor! ¡Salvaje!...
Ven, muérdeme los labios,
sufriendo de placer
me moriré en tus brazos...