Ciudad de mi Trujillo estás anclada
en un valle de encantos y primores
do la divinidad sembró sus dones
para verse por siempre reflejada.
Se vislumbra tu esbelta serranía
ornada con verdores y destellos
y se encuentran en ti paisajes bellos
que son notas de amor y fantasía.
Eres ciudad portátil paradigma
de grandes ideales y de historia
en ti brilla la luz de la victoria
que siempre llevaremos como estigma.
Quizo el Libertador romper cadenas
cuando firmó el Decreto en tu recinto
y aunque vivamos tiempos tan distintos
su espíritu se anida en nuestras venas.
Alguien te bautizó como un pesebre
de eterna navidad que resplandece
cuando llega la noche y aparece
la Virgen de la Paz dulce y alegre.
Por eso cuando escribo este poema
quiero mostrarle al mundo algo distinto
pues desde Santa Rosa a San Jacinto
en mi noble ciudad hay gente buena.