santos castro checa
EL TEATRO DE LOS DESALINEADOS
EL TEATRO DE LOS DESALINEADOS
Lúgubres clarines en la noche son tormentos...
y el hombre celebrar barbaries, ¡oh! clama, el ángel de la muerte, por tu quieta voz.
Quien le precedió, el diablo, canturreando acude, encuentra a su compadre...
Acompasan dobles, los tormentos dobles, al soldado en la batalla estéril...
y le da la parca, al desgraciado yerto,
el más tierno de los besos blandos: el ciclo de la matanza empieza.
El hombre emprende su camino de ser destino andante:
incoloro, espantoso, frío como el silencio…
donde los hoyos negros nos acechen en un mar de llantos,
donde los demonios se rifen el corazón de la pureza loca...
El hombre se arma de probeta y al cuento clona.
De la cibernética y el transgénico no podrá decir a nadie, la demencia,
si el átomo y el protón, la cibernética y el transgénico
aniquilar a Dios en su fórmula letal; mas,
¡a quien le importa! Si Dios, de alegrías vanas,
se fuere de este mundo con lo purulento nuestro
y se fuere yendo con alforjas desgarradas,
en el funeral del muerto,
en el cementerio blanco,
en el olvido del huérfano que apagó la suerte...
Que la risa la lleve el viento,
¡al confín del firmamento!
¡Al Olimpo de cristalinas fuentes
hacia las manos pulcras, inmaculadamente bellas,
hacia los corazones en blanca paz,
hacia la fuente de los cisnes inmaculados,
hacia las apócrifas fibras del alma
avivando la flama de la existencia que nos llama.
La ideología de la revolución es un bicéfalo de las sombras,
que tiene cuernos en los pulmones, incrustándose
en las lenguas que nos hablan de semántica o de gramática.
Destas víricas efigies, que se grafican con los rudos dedos en la noticia,
en el teléfono, en el teclado de silencioso computador…
¡Ay! Incongruente, trázame el camino de los solos, hombre-bestia,
si tu mortal navaja, sagaz y placentera, tener un nombre: barbarie.
Mas, las prisas esconder sus llantos
y la sangre y las bermejas balas, ¡¡¡remolinos de fuego abrasador!!!
¡Incontrastables símbolos de vida y de muerte, que turnarse en su suerte!
Y nos guiaban por las sombras de las negras alas de los buitres
para ser carroña en los desiertos, donde la parca estrujaría los cogotes
y los ojos canicas divirtiendo a los demonios.
Las voces de los tormentos son ecos lúgubres, oscuros callejones,
caídas pérfidas desde los riscos estampándonos en los peñascos,
en un valle de ángeles negros de aberración expresa
y una herida transportamos la infección, la podredumbre.
Así, en el altar de los irresucitables sin bautismo, el sacrificio nuestro…
Luego, los rústicos caídos que las oscuridades nos devuelvan
del panteón de las soledades, volvieren a ser noticia, razón, ternura:
Una Biblia, un diccionario, una agenda de direcciones y una página amarilla…
¡Aleluya! Del Valle de las Calaveras, ¡Cristo renaciendo!
El eco de los muertos, gótica presencia, halaga y espanta.
Presencian los esclavos sin esperanza el renacer de la esperanza.
Yo me levanto a reverenciar el acto.
Ahmed Krentel