los que existen o imagino,
los que no han nacido,
los que fueron porque ya no existen.
Los amo por su infinita paciencia
ante lo que no florece,
la permanencia de imposibles,
por su costumbre a lo mínimo,
las carencias y más de lo mismo,
pero más los amo por su triste
sonrisa camino a lo incierto,
porque si se nace, la vida
hay que seguirla pase lo que pase.
Amo sus laceradas calles sin faroles,
sus desvencijadas casas
apenas cobijos sin jardines,
sus inconscientes melancolías
de cualquier cosa que existiera
antes del nacimiento......
fuera lo que fuera,
la rueda que no rueda arrastra la vida.
Pueblos del triste equino
que \"le da lo mismo caminar
que estar parado porque todo es igual\",
de perros flacos con miradas
de niño hambriento
frente a cristales de confiterías.
Tristes amapolas sin corola,
monótona garúa sin luna,
existencia triste llorando
de noche sola.